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Nos encontramos en los últimos días de Júpiter en Géminis, amplificando el aire y la danza del pensamiento.
Ya no es el inicio de la pregunta,
sino el eco que queda como respuesta.
El polvo dorado de lo que se dijo, se pensó, se escribió, se tejió entre palabras.
Antes de cruzar al agua,
Júpiter se despide de las alas del lenguaje
y deja una estela:
No de verdades absolutas,
sino de conexiones invisibles.
De encuentros mentales que expandieron
nuestras formas de nombrar,
de pensar, de aprender,
de jugar con el pensamiento
como quien sopla semillas al viento.
No para llevarnos a lo profundo,
sino para extendernos hacia lo inesperado.
Cruzamos puentes de palabras que no sabíamos que podíamos cruzar.
Júpiter en Géminis nos abrió la mente y los bordes.
Nos recordó que no todo lo que vuela es superficial,
y que la sabiduría también puede aparecer en forma de chispa, de conversación casual, de intuición fugaz.
Vino a sacudir nuestras certezas,
a cambiar la forma de mirar nuestros cuentos,
a devolvernos el juego sagrado de la palabra.
Nos invitó a tejer redes en lugar de levantar torres,
a abrir la mente como una flor que se entrega al sol:
no para gritar, sino para ofrecer.
Nos devolvió el saber de la infancia:
donde aprender es jugar,
y hablar es un modo de amar.
Y al final, tal vez no importe cuánto sepas.
Importa cuánto de ti puede habitar una pregunta.
Este tránsito no vino a darnos respuestas,
sino a entrenarnos en el arte de preguntar.
En la curiosidad sin meta,
en la sinapsis que une, separa, transforma.
Nos enseñó que lo de menos es tener razón.
Lo que importa es pulir la voz,
afinar la escucha,
habitar el misterio de significar.
Cada palabra fue un umbral.
Cada idea compartida, un puente o un hechizo.
Y tal vez el verdadero entendimiento no requiera comprensión profunda, porque la comprensión profunda ya no necesita entender.
Basta con dejarse tocar
por lo que rozó el alma sin hacer ruido.
Es tiempo de recoger los hilos sueltos,
de volver a las conversaciones clave,
de reescuchar lo que dijimos
cuando aún no sabíamos lo que estábamos diciendo.
Porque a veces la sabiduría no se revela en el instante, sino al final del viaje, cuando el mapa por fin toma forma.
Nos recordó que no hay una sola verdad,
sino muchas pequeñas resonando como campanas.
Y que el saber más amplio no siempre viene de estudiar,
sino de aprender a unir lo disperso.
De honrar la ambigüedad como constante sagrada de la vida.
Cuando Júpiter deje Géminis,
no se llevará nuestras palabras,
sino que nos dejará la conciencia de su poder.
La certeza de que la expansión
también puede ser aérea, múltiple, lúdica.
Que la sabiduría puede llegar como chispa o travesura.
Y que el lenguaje, cuando está vivo, no encierra: abre.
Nombra lo que todavía tiembla en el borde de tu lengua.
Escucha con el cuerpo.
Habla con intención.
Lo que siembres ahora florecerá más tarde,
cuando el aire se haya aquietado
y Júpiter haya entrado al agua fértil de Cáncer.
Entonces lo mental se volverá emocional.
La palabra, hogar.
El pensamiento, raíz.
Pero por ahora, aún hay brisa.
Aún hay aire para que lo no dicho encuentre su vuelo.
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✧ La princesa de espadas ✧
—Simbología—
La Princesa de Espadas aparece como una figura alada, con alas de insecto o cristal, casi etérea, suspendida entre nubes oscuras y ráfagas de luz.
Porta una espada hacia abajo, lo que sugiere discernimiento más que ataque.
Su cuerpo verde y su capa traslúcida la vinculan con el mundo de las ideas frescas, aún en germinación, y su posición activa indica ruptura y movimiento.
La espada hacia abajo: símbolo de análisis, de cortar con las ilusiones, de penetrar la niebla de lo incierto con una mente clara. No se lanza a la batalla, sino que despeja.
El cubo sobre el que se apoya: una estructura mental o ideológica. Ella se alza sobre ello para mirar desde otro punto.
La estrella de cuatro puntas: representa la mente integrada, los cuatro elementos al servicio del discernimiento, o los cuatro cuadrantes de una nueva visión. También recuerda una brújula: orientación.
El humo y la luz: simbolizan la dualidad de la verdad y la ilusión. Ella danza entre ambas para abrir claridad.
Color verde: vínculo con Mercurio, con lo mental flexible, pero también con lo natural: un intelecto no separado de la vida.
Esta carta es la ruptura de los viejos esquemas mentales, la hija de la espada que ya no quiere repetir patrones, la voz que irrumpe para decir lo que aún nadie ha dicho.
—Lectura oracular—
Esta carta te habla desde el filo.
Hay algo que ya no puedes callar.
Una idea que pide nacer,
una verdad que se insinúa entre líneas,
una voz que crece en el silencio y que al fin quiere hablar.
Has aprendido a mirar desde distintos ángulos.
Has recorrido versiones, bordes, contradicciones.
Ahora sabes que no hay una sola verdad.
Hay muchas, danzando juntas, resonando como campanas.
Para cortar el velo de lo obvio,
para abrir el lenguaje,
para decir lo que no habías sabido nombrar.
Este es un momento para afinar tu mente como una antena,
pero también para escribir tu verdad con voz propia,
aunque tiemble, aunque incomode, aunque sepa distinto.
No estás aquí para repetir el relato heredado.
Estás aquí para reinventarlo con tus palabras,
para dar forma nueva a lo que alguna vez fue confusión.
Porque ahora sabes que
el pensamiento también es cuerpo,
y que las ideas que llegan con alma tienen alas.
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