La responsabilización total de las aguas internas
como camino a la soberanía
El Sol llegó a uno de los límites de su camino, anunciando el solsticio y entrando en Cáncer para fecundar las aguas internas. Su declaración de intenciones es alumbrar las memorias que nos componen y que se alojan en el fondo de la conciencia coloreando su expresión.
Estas memorias son interpretaciones que vamos tergiversando en función de las necesidades del alma, que inconscientemente busca traducciones que encajen cómodamente en el sistema de registros de cada tiempo para convocar las experiencias que necesita para su cruzada de reordenamiento.
Para que en Leo haya una definición de la expresión del espíritu, en Cáncer se da la nutrición necesaria para que eso suceda a base de pasados, hogares, raíces, recuerdos o líquidos amnióticos.
Somos lo que comemos hasta que vamos hasta que vamos afinando la calidad alquímica y metabolizadora de la máquina biológica y electromagnética que vehicula la vida.
La calidad de la expresión determina la calidad de la vida. Cualquier obstáculo en la exteriorización del latido termina convirtiéndose en una enfermedad o problema, y en una expresión inevitablemente sombría.
Cáncer es la morada del alma y el lugar desde el que se ilumina la Luna llena en Capricornio, aquella que pretende mostrar una forma definitiva que surge desde su cola de pez, ese pez que parece pertenecer a Cáncer.
Son días de movimientos acuáticos, donde emergen recuerdos cargados de melancolía para ser revividos, a veces de forma inconsciente.
Tiempo de símbolos que nos buscan de nuevo para que los miremos de otra forma y desde otro tiempo. Golpes de estado de pasados que aparecen en futuros donde sólo parecen tener sitio si se colorean con otros colores.
Es tiempo de limpiar las aguas internas, las aguas amnióticas y divinas que cuando salen y fluyen se depuran empezando a estar cristalinas y nutritivas.
El único camino que encuentro hacia mi soberanía es a través de la limpieza y responsabilidad total de mis aguas internas, independientemente que sea detonadas por experiencias o personas aparentemente externas.
Sólo yo soy responsable del lugar, peso, espacio y tamaño que ocupa toda esa gestión emocional y de la nutrición que puedo obtener de ella.
Tengo la capacidad de nutrirme de todo aquello que fue y convertirlo en algo hermoso, como un árbol que surca a veces infiernos intraterrenos para poder llegar al cielo.
De mí decisión depende en qué pie me apoyo, si en el que suma o en el que resta, en el del amor o en el del miedo, en el de la confianza o en el de la desconfianza, en el de la integridad o en el de la separación.
Aquí te dejo los dos últimos episodios de mi pódcast donde le doy voz y espacio a algunos de estos presentes.
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