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La liberación de no tener que entenderlo
La incertidumbre me enseña a estar en el presente
sin poder escaparme de mí.
La desubicación me enseña a no apegarme a mis inercias y a tomar contacto con la pertenencia y la no pertenencia. La pertenencia a la vida y la no pertenencia a lo transitorio.
La incomprensión me libera de tener que entender todo con la mente pequeña y me abre una comprensión mucho más amplia y profunda.
El silencio me enseña a escuchar, y a escuchar aquello que no se oye y lo llena todo. A escucharme a mi.
La soledad me enseña a acompañarme a mi mismo, a ser mi fiel compañero.
La ambigüedad me enseña a unificar polos opuestos. Puedo estar de acuerdo con una cosa y lo contrario a la vez.
Las flechas de mis pequeños planes deben ir en resonancia con los planes de la vida para que sean sostenibles.
Me permito no tener claro lo que quiero ni adónde voy.
Me permito darle voz a los deseos de mi alma y de mi corazón.
Me permito abrirme a la multitud de posibilidades que puedo ser.
Sigo mirando la vida como un oráculo vivo que me trae símbolos todo el rato que tienen todo que ver
conmigo.
Me proclamo un devoto de la vida y de su perfecta manifestación, en la cúal confío con una fe ciega.
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