✶
¿Qué espacio le doy a aquellas cosas que aparecen raspando el fondo de mi conciencia?
La mayoría de las veces el enredo es inevitable. El laberinto retorcido también.
Cuando aquello que está pegado al fondo de la conciencia se remueve, las aguas se enturbian. Se enturbian mis emociones. Y tengo dos opciones. Una es esperarme en mi retorcimiento hasta que aquello se vaya asentando de nuevo en el fondo. Así no avanzo mucho, pues esa suciedad en cualquier otro momento se volverá a remover.
Otra opción sería buscar una manera de limpiarme completamente de eso que me raspa. O al menos que me deje limpio de momento. Esta segunda opción pasa inevitablemente por reconocerme en aquello aparentemente externo que me contrae y me señala revolviéndome las tripas. Pero con ese autoreconocimiento la limpieza no está hecha, porque sigue picándome.
Después puedo llegar a ver cómo aquella suciedad que trato como basura quizás no lo es. Quizás esta nueva mirada pueda hacerme avanzar. Entonces empiezo a poder concebirlo como algo nutricio, compostable y orgánico en el ciclo de la vida. Y realmente termino nutriéndome de ello.
Pero, ¿vale con que me nutra para sentirme limpio y no movido por eso?? Probablemente no. Porque en un punto me siento intoxicado, y con los ojos del amor empañados. Quizás no deba buscar una limpieza, sino más bien una buena digestión, donde quedarme con lo nutricio y después evacuar el resto soltándolo completamente a la vida, que ella siempre sabe lo que hacer.
Pero, ¿volverá esa cosa a posarse en el fondo de mi conciencia? Probablemente sí. Cuando vuelva, va a hacerlo en completa resonancia con el lugar que yo le he dado previamente. ¿Tengo que asumirme un rol de depuradora? ¿Tengo que mirar para otro lado? ¿Tengo que meter los pies en el fango?
El proceso se retuerce aunque desde estas líneas puede parecer hasta impecable. Para nada lo es. Mis pies ya están en el fango. Pero ahora puedo ver un poco más, pues el propio proceso se convierte en sostenedor de toda esa memoria de baja vibración que lucha por su vida apegándose a la realidad como un vampiro oportunista. O desde otros ojos, puede que la vida me esté ofreciendo con este proceso una posibilidad alquímica para saltar de dimensión.
Sea como sea, todo lo anterior que genera este proceso, y mis diferentes miradas le están dando vida, y a la vez es el único camino que encuentro para hacerme cargo. Entonces me pregunto:
¿Dejo de darle espacio al proceso para dejar de sostenerlo?, y ¿qué diferencia hay entre eso y mirar para otro lado?
La hay, pues me estoy reconociendo en mi enredo con toda mi intención de responsabilizarme, asumiendo que me gustaría no enredarme.
Decido que mi siguiente paso va a ser soltarlo, sabiendo que puede volver a aparecer en cualquier momento, y si lo hace, sólo puedo seguir nutriéndome y reconociéndome con responsabilidad en esa manifestación. Al mirarlo y pensarlo, aunque en parte lo alimente, también imprimo luz y aire a ese asunto que tanto lo necesita.
Mientras hago todo este recorrido, sigo observando cómo esa agua turbia en movimiento arremolina las partículas que se desprendieron del fondo de mi conciencia, y con mucha suavidad y lentitud registro su inercia de ir volviendo a posarse en el fondo.
No he solucionado nada, no he podido hacer magia. Algo me lleva a sentir una clave en la posibilidad de empezar a mirarlo con otros ojos distintos, pero todo pasa por tener cierta claridad y sobre todo por poder desempañarme los ojos del amor.
De momento ya puedo ver que todo esto me está trayendo el regalo de que yo pueda ver esas cosas que yacen en el fondo de mi conciencia de una forma tan sutil, que en la mayoría de los momentos, no sé ni que están ni que son mías.
Comprendo que es importante no dejarme gobernar por la reacción de fuego que me atraviesa, y que si no encuentro fuera esa luz amorosa que tanto estoy necesitando para limpiar mi mirada, voy a tener que buscarla dentro.
Comprendo que quizás no me tenga que hacer cargo del asunto, sino hacerme cargo de mí y de la calidad de la frecuencia vibratoria desde la que se expresa mi corazón, que yace roto, contraído y con heridas abiertas.
Duele pero va a doler más si reacciono, pues me estaría sincronizando más con la frecuencia del miedo que con la del amor. Tengo que abrirle la puerta al dolor, acogerlo y mirar a los ojos a la más grande de mis vulnerabilidades.
Cuando lo hago, empiezo a sentir un extraño alivio con una chispa de amor a pesar de seguir flotando en mis propios océanos. Me respiro con la intención de seguir el rastro de esa chispa de amor, y de alguna manera, me voy sintiendo más cerca. En esa deriva me rindo y me entrego a esa mezcla de sentimientos encontrados, voces que se quejan, heridas abiertas y chispas de amor. Y aunque sigue doliendo, empieza a no doler tanto.
Cuando menos lo esperaba la magia apareció sola, pues cuando le abrí la puerta a esa vulnerabilidad que creía morirse, también se la abrí a un amor que se abría paso para parir otra vida, y que poco a poco me iba invadiendo para hacerme ver aquello que me atacaba como otra expresión de amor, que al no poderse expresarse en plenitud, se expresaba desde un gran enfado.
Pude ver cómo un amoroso latido de vida iba arrastrando en su movimiento de pulsar toda una serie de llantos internos, de voces olvidadas, de cosas no atendidas que terminaban contaminando su expresión cuando se derramaba fuera.
Pude ver cómo el amor se teñía de miedo cuando había una imposibilidad de expresarse pleno.
Pude ver cómo el amor iluminaba huecos y detonaba bombas donde alguna vez no se sintió.
La magia estaba siendo a través de mí, y la estaba haciendo la vida mientras yo sólo tenía que estar dispuesto.
Mi proceso se estaba convirtiendo en un entrenamiento de conciencia, en el que para ambas partes, se ofrecía la posibilidad de sostener lo insostenible, o hacer alquimia para pasar de dimensión. Era un entrenamiento de amor a base de romper una forma y aprender a cambiar la mirada para poder ver la posibilidad de una forma nueva alquimizada.
No había nada que cambiar fuera, sólo había que cambiar los anteojos.
Todo lo que estaba enturbiando el fondo de mi conciencia era ruido mental que empañaba mi mirada hundiéndome en cuentos que creía verdades. Había podido observar un desfile externo de partes internas que estaban necesitando luz.
Había tomado contacto con una dimensión de mis heridas que me hacían más fuerte. Había sentido el miedo a que el otro no lo viera con esta claridad y había terminado engullido por él.
Puedo ver la importancia que le doy a lo que el otro piense de mi, y como así me quito mi lugar faltándome el respeto.
Puedo ver la grandeza de este evento, y su manifestación en diferentes dimensiones, personal, vincular y colectiva, donde la única premisa era provocar un salto cuántico a base de amor que rompe una forma caduca.
Cuando aprendo a callarme puedo estar a la escucha, y todo lo que escucho son esas voces internas hablando fuera, que más pronto que tarde se aburren porque empiezan a sentir su monólogo.
Y he podido aprender como a veces el amor detona bombas, ya que corre el riesgo de alumbrar huecos que en algún momento estuvieron vacíos de amor, y eso provoca una reacción desde el miedo que necesita señalar fuera para defenderse.
La vida había hecho magia conmigo y ahora era mi turno. El último paso para comprobar que la magia estaba hecha era poder mirar al otro con amor y la mirada limpia, sin proyectarle nada, y dejando de buscar fuera algo que sostenga mi enredo.
Cuando eso pasó, empecé a ocupar el trono de mi soberanía.
✶
➝ Decantación:
✦ ¿Hasta dónde me permito reconocerme en lo que me trae la vida?
✦ ¿Cómo recibo un ataque? ¿cómo reacciono?
✦ ¿Cómo pongo conciencia en la digestión de mis procesos?
✦ ¿Cómo permito que me afecte lo que el otro piense de mí?
✦ ¿A quién defiendo en mi cruzada? ¿al miedo de mi ego y la creencia que lo sostiene? ¿o al amor de mi corazón?
✦ ¿Cómo me hago cargo de limpiar el fondo de mi conciencia?
✶
Con amor
Olmo.
Suscríbete para embarcarte en el viaje que nos va marcando el cielo.
En tu correo ya tienes la bienvenida a la nave.
Si no ves el correo en tu bandeja principal, revisa la carpeta de spam.