29 DE MARZO DE 2025
ECLIPSE PARCIAL DE SOL
8º53′ ARIES
El segundo eclipse de esta temporada y salida del túnel es un eclipse parcial de Sol en Aries, que empieza a dilucidar una nueva mirada de la conciencia, con su nuevo rumbo y cruzada.
Es un gran llamado a las conciencias encarnadas a conectar con la valentía en este tiempo incierto y desconcertante, una entrega a la vida y su misterio, al amor y la confianza, que solo luce así en un aparente caos.
Una escenificación del mito de Ulises y su odisea de traspasar neblinas llenas de interferencias y distracciones embaucadoras aferrado al corazón y a los sentidos superiores, pues los ojos de trapo solo verán ilusiones. Una prueba de fe ciega donde la baliza que guía sólo puede ser interna y divina, y está más allá de una lógica racional.
Este eclipse es la fusión entre finales y principios, el minuto uno de un parto de un mundo de caos y distopía, y que desde más arriba es un escenario entrópico completamente necesario y perfecto. La confusión delirante y el éxtasis del dolor que nos recuerda el contacto con la vida física y la expansión del crecimiento.
Somos una amalgama de memorias que nace para recrearse en una sucesión de metamorfosis y llevar la vida de la conciencia más allá.
Toda esta visión personal y subjetiva puede sonar difícil, aunque no hay nada que hacer ni trabajar de lo que no se haya encargado ya la propia vida con el entrenamiento de los últimos años, que con su agitación y movimiento solo está rompiendo un cascarón para que el ser tome conciencia de otra dimensión mayor y la habite.
Aprendamos a acompañar a la vida sin intentar controlarla.
El eclipse final de cada temporada es como una salida a una dimensión desconocida. Si en el primer eclipse entramos en un agujero de gusano de cambios y actualizaciones, el segundo, es la salida. Una salida a no se sabe dónde.
Los eventos que vivimos son los símbolos que somos y que nos marcan la trayectoria de la nueva ruta que marca el tiempo.
El eclipse de Sol en Aries es el último en este signo por años. Una última fecundación a la Luna por parte del Sol, quien la penetra con unos nuevos códigos de luz que se abrirán hueco en nuestro interior para gestarse.
Se mastica incertidumbre y desconcierto pero todo se irá acomodando a sitios y formas más acordes con el presente.
Esta impresión lumínica muestra a la conciencia caminos hacia su auto-realización, poniendo en evidencia toda esa conceptualización cultural respecto al propósito de vida, que no es más que una necesidad para el ego que lo distingua y separe. Una razón que desmarca al personaje pues el ser quizá no necesite saber un propósito.
Quiero darle voz a esta evidencia revelada.
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El propósito de la vida y el propósito del ego
El propósito de la vida más allá de lo que cada linea temporal viene a caminar es vivirse en completitud y plenitud, cosa que de cualquier manera sucede a pesar de la identificación.
Y si no nos damos cuenta puede ser precisamente por eso, por el espacio tan pequeño con el que nos identificamos.
Esto sugiere una revisión de estos conceptos, plenitud y completitud, y hago uso de los cambios de discernimiento que regalo el eclipse de luna en Virgo.
Para el ego la plenitud es tener lo que se propone, conseguir un objetivo; sin embargo para el ser es tener la capacidad de reconocerse en todo lo que habita y convoca. Reconocerse en el todo.
Son dos perspectivas muy distintas, una que une y otra que separa, y no trato de discriminar al ego, pues también es necesario y forma parte.
Cuando miro la vida desde mi ser infinito, no hay nada de fuera que deba conquistar pues ya lo soy, no hay lugar para una comparación porque todo lo de afuera solo es una visión escenificada afuera de un diálogo interno.
Y si ya lo soy todo, más que conseguir algo lo que debo hacer es habilitar el canal de existencia que es mi cuerpo para hacerlo disponible para aquello que quiero encarnar.
No encuentro realización más absoluta que ese empezar a reconocerme en todo lo que registro, a pesar de sentir la disolución a la que me enfrenta esto.
Ser y no ser simultáneamente.
Hacia una nueva auto-realización
Conectar el cielo y la tierra es dejar que el espíritu se derrame de cada alma.
Es ser un canal de existencia donde el todo se juega en una parte de forma singular.
Es solo deberse al más grande de los deberes de la existencia: poder generar una cosmogonía propia mas allá de los hechizos y creencias culturales.
Aquí me viene de nuevo la carta del Ajuste del Thoth Tarot, que me conecta con aquel viejo mito de la espada de Excálibur que solo consiguió empuñar el rey Arturo.
Según el mito, quien consiguiera sacar la espada sería dotado de grandes poderes mágicos y se convertiría en el legítimo rey.
La espada representa esa cosmogonía propia, una visión pura y genuina acerca de lo que es la vida y el cosmos. Y allí encuentro el más grande de los poderes: a través de la valentía de sostener una mirada única y abierta, aparece la soberanía personal.
Para ello la vida está destruyendo formas, partes y personajes que son obstáculos en este camino, pues podemos pensar por el primado de las creencias sistémicas que la realización es conseguir los propósitos del ego para darle su alimento, cuando la verdadera realización es ser uno con el todo.
Ser soberano y responsable de toda la creación que se da y de la que formamos parte, y mas allá de la identificación de personaje.
Soy la flor que veo florecer, el comentario que me disgusta, la persona que me trata bien y también la que me trata mal. Soy el agua que cae, el maestro que me enseña y el aprendiz al que todo le queda por aprender.
Una dimensión desconocida
Este salir a una nueva dimensión que supone acabar la temporada de eclipses necesita de mucha paciencia, pues en este nuevo mundo las variables han cambiado y la conciencia necesita de tiempo para acomodarse.
Esto me conecta con la inocencia y la pureza de quien empieza a descubrir la realidad, y con que todos somos esos niños naciendo de nuevo, a veces valientes, a veces cobardes y desconcertados.
Lo esencial y lo básico me abren la mirada a la grandeza de lo pequeño, la inconfundible belleza que se esconde en la vulnerabilidad; la ternura y el tacto de esa posibilidad blanda y frágil.
Claro que para percibirlo así de esa hermosa forma antes debo amigarme con mi pequeñez, cansar al policía interno haciéndole ver que no es alguien distinto al que tiembla. Necesito la integridad de todos mis personajes internos ante tanta desintegración.
Quizá esa desintegración es lo que posibilita mi integridad, como cuando un pueblo se une ante una causa necesaria.
Y mientras lo encarno puedo mirarme en los símbolos del cielo y los de mi entorno para encontrar pistas de un caso abierto que no se cerrará mientras viva.
Una mirada analítica a los símbolos del cielo
Los encuentros y desencuentros que siempre suceden alrededor de los eclipses forman parte ineludible de la evolución de la conciencia, y quizás parte necesaria para esa crisis de identidad que empezó en un lento proceso hace 7 años con la entrada de Quirón en Aries. Ese proceso ahora ya empieza a terminar.
Todo sigue cambiando pero estamos en un punto un poco más brusco del proceso, donde con Neptuno en Aries entramos en una nueva era espiritual, una maestría de alto grado para la conciencia donde hace falta la colaboración del alma con el espíritu.
Todo tránsito transpersonal empieza a vivirse desde las sombras, protegido de una interperie nueva, y a la escucha de esa sabiduría interna que te enseña sin palabras.
En el nuevo amanecer la conciencia de unidad gana la misma fuerza que pierde la individuación, que cada vez se percibe más como una pieza de un puzzle que en ningún caso puede revelar algo del puzzle completo.
El sabor a retrogradación de los 3 planetas personales (Mercurio, Venus y Marte) durante este último eclipse hablan de cierta disfuncionalidad de la conciencia en este nuevo plano de la realidad en el que solo hace falta paciencia, ese gran aprendizaje de Aries.
Mercurio volviendo a Piscis necesita recoger una información del océano de conciencia para aprender a pensar de nuevo.
Está tan abierto a la información de la noosfera que incluso sentirá la necesidad de evadirse o protegerse. No podrá evitar un silencio que ahora es el mayor vocero de cualquier información.
Quizá tenga tanta claridad que no pueda operar desde un plano meramente racional, y deba aprender a acomodarse en este laberinto cuántico de información que es la realidad de la vida.
Solo soltando su necesidad racional le llegarán las respuestas.
Venus sabe que le viene un nuevo y duro viaje que transformará por completo su forma de jugar el valor y la belleza, y como siempre empieza su ciclo en revisión.
Su paso por el útero cósmico quizá le revele cierta letra pequeña de una forma de amor incondicional, al igual que las memorias oceánicas y emocionales que la trajeron hasta este ahora.
¿Son tuyos tus deseos? ¿O respondes a un deseo colectivo? ¿Estás abierta y preparada para recibir aquello que deseas?
Se revelará el origen de una guerra de Venus consigo misma, que termina proyectando fuera y distorsionando la sublime cualidad de su verdad como puente y estímulo de la creación de la vida, puente entre el ser y el no ser, y portal de entrada a la dimensión material.
Marte debe ser canal de Urano, Saturno y Plutón antes de lanzar esa nueva flecha que marcará un nuevo rumbo y deseo. Va a comenzar una nueva cruzada para la que antes debe morir mientras vuelve a su líquido amniótico. Para que nazca esa nueva forma debe morir la que ya fue.
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➝ Gráfico del impacto del eclipse de Sol en Aries:
Aquí puedes ver todas las zonas de influencias del eclipse en el zodiaco para llevártelas a tu carta.
*Estas apreciaciones son generales y ganan mucha resolución poniendo la lupa en caso de cada carta y cada vida, y abren una perspectiva mucho más singular tanto de las experiencias que se manifiestan como de la propia auto-observación de la conciencia.
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