Luces y sombras en el equinoccio de Aries
El cielo y la tierra se encuentran en mi, hasta un punto en el que no pueden separarse. No puedo no ser espiritual, ni tampoco no ser puro instinto animal. Soy la riqueza policromada de la fusión del alma y el espíritu.
Siento el desgarro de mi conciencia pequeña tomando contacto con la grandeza de mi ser, el único motivo al que le debo mi devoción absoluta.
Siento como alguno de mis personajes cree estar al margen de todo lo demás, incluso tiene a veces la osadía de rendir culto a algo que cree externo.
Siempre termino dándome cuenta que todo es mi mismo.
Cuando me identifico demasiado con alguno de esos personajes me quedo en una parcela demasiado pequeña para habitar lo que soy.
Lo mismo me pasa con mis pensamientos.
Dios me pregunta que por qué me encierro en una maceta cuando soy todo el jardín y también el jardinero.
Me mira con asombro sin entender por qué vivo en la carencia de querer conseguir algo que ya soy. Y sonríe.
𓁿
Siento el dolor de ver lo que mucho tiempo fue invisible a pesar de estar ante mis ojos.
Siento el dolor de la densidad del cuerpo animal.
Siento la pesadez de la materia desde la dimensión etérea.
Siento la ambigüedad de lo etéreo desde los ojos de trapo.
Siento la confusión que atropella a la conciencia al saberse algo tan grande.
Siento la abrumación de tanta sobrecarga de información.
Y el reto obligatorio de hacer la magia de navegar liviano.
También siento lo fácil que es todo, difícil de lo fácil que es.
Siento la magia negra de la mirada cuando no son los ojos del corazón los que miran.
Siento la voz del alma, las voces de mis abuelas que me alientan y que terminan hechizándome si no les doy espacio.
Si no asimilo la información del alma, no despliego el espíritu, siendo una marioneta de esas memorias que vine a re-ordenar con un aparente caos.
𓁿
Me siento un activista que defiende la oscuridad, porque en ella veo la riqueza que me completa y que me hace infinito, para poder estar muchas vidas re-descubriéndome.
Siento que puedo jugar con las sombras, y que solo pueden estar cuando hay luz impactándome.
Veo como dibuja contornos, crea contrastes, y veo como la propia vida en gestación necesita de esa sombra oscura protectora que ampara antes de buscar al Sol.
Veo que una imagen es perfecta cuando tiene equilibrio de luces y sombras.
Miro a los minerales y el color de su luz que me llega. Parece que esa frecuencia de color es la única que esas conciencias no pueden absorber y la refractan afuera. Una lógica pequeña me dice que esa frecuencia que refractan no son parte de ellas. Otra lógica mayor me dice que claro que lo son, aunque la proyecten fuera.
Miro al humano en plenitud y me pasa algo parecido. Un ser ilimitado e infinito metido en un traje demasiado pequeño y con una narrativa tan elaborada que termina creyéndose ella.
Y claro, como con el mineral, toda la totalidad que se excluye de su identificación termina refractándose afuera generando la obra completa.
𓁿
Cuando me acomodo en la incertidumbre surgen nuevas posibilidades, la vida deja pesarme y me sorprende.
Cuando dejo de mirar el mundo con los ojos de la comparación es sólo cuando verdaderamente empiezo a confiar en mí.
Ante cualquier acción o pensamiento siento como se bifurcan ante mi dos caminos de posibilidades: el automatismo o la inercia, donde parece que tengo algo de control por ser un viejo camino conocido, y otro camino nuevo, nublado e incierto.
Siento profundamente como el primero no tiene salida, y el segundo se vislumbra como un precipicio desconcertante que no se donde me lleva, pero despierta en mi la certeza de ser la única posibilidad.
Desde allí puedo hacer una elección consciente.
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