Neptuno en Aries
El fuego que recuerda
Hemos cruzado un umbral invisible.
El eclipse solar en Aries no fue un evento, fue una apertura.
Un clamor subterráneo, un grito desde el centro del pecho,
una llamarada que, antes de encender, desata la rabia, el cansancio, la verdad.
La batalla ya no es afuera.
El guerrero espiritual ha soltado la armadura.
Danza sus rezos, deshace nudos, recoge su energía dispersa
y trenza de nuevo su tiempo con intención clara.
Este tiempo no es para evadir el dolor.
Es para entrar, a corazón abierto, en aquello que evitamos toda la vida.
Sentir el miedo, sentir el abandono, sentir el rechazo.
Y descubrir, al otro lado, la belleza de lo que permanece cuando todo lo demás cae.
Neptuno ha comenzado a caminar por Aries.
El ensueño se enciende.
La llama interior que nos recuerda el “yo soy”
ya no se disuelve en océano, se afirma en tierra ardiente.
Ya no buscamos disolución, sino presencia.
Ser gotas conscientes que saben que también son océano.
Ser uno sin dejar de ser todo.
𓁿
La fe, ahora, se encarna.
No en dogmas ni en promesas.
En el pulso íntimo de la intuición,
en la guía salvaje del instinto.
El espíritu necesita cuerpo para florecer.
Y florecer es la respuesta.
Madre Tierra, ¿cómo puedo servir?
—Floreciendo, responde ella.
El guerrero espiritual no lucha, confía.
No protege, se entrega.
Rinde su pequeño yo a la gran corriente de la vida
y deja que la voluntad divina actúe a través suya,
como un río que no duda hacia dónde va.
Inicia una nueva era para el espíritu.
Una que pide soberanía interna,
una que llama a honrar nuestros límites,
a habitar nuestros cuerpos,
a ocupar nuestro espacio entero sin encogernos por miedo o falsa humildad.
Cada quien porta un fragmento del gran sueño,
y ese trozo de visión solo puede encarnarse en esa forma, en esa vida, en ese cuerpo.
No es tiempo de esperar señales externas.
Es tiempo de encender la chispa.
La libertad verdadera está al otro lado del dolor no sentido.
Y el nuevo mundo comienza cuando elegimos,
por primera vez,
ser fieles a lo que somos.
Fotos: Eliapelle
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